sábado, 17 de enero de 2009


Hoy es uno de esos días en que sientes la necesidad de traspasar todo lo que pasa por tu cabeza a un papel (virtual en este caso) para ordenar tu vida y entenderte mejor.
Suelo hacerlo, tengo la tendencia de ordenar, de meditar, de planificar y meticulosamente actuar luego de haber pensado semanas e incluso meses… pero suelo hacer todo esto sola, es que siempre creí que yo estaba aquí para ayudar ala gente que amo, para velar por su bienestar y asegurarme de que todo estuviera perfecto para ellos, cuidar hasta el más mínimo detalle y estar siempre ahí… para ellos. ¿Y yo?, Eso no importaba, nunca importo… yo podía solucionar mis problemas sola, lloraba conmigo misma, me contaba mis problemas y con mi ayuda llegaba a una solución conveniente pero nunca arriesgada. Eso era hasta ayer u hoy en la madrugada para ser más exactos.
En mi burbuja nunca noté que estaba rodeada de tanta gente que si estaba apta para ayudarme, que quizás podía solucionar todos mis problemas y dudas que llevo durante tantos años, o quizás lo noté… pero no quise aceptarlo en mi afán de parecer aquella mujer fuerte y fría que siempre he dado la imagen de ser. Si bien siempre he estado abierta a conversar sobre mis cosas con la gente, debo de confesar que nunca había hablado de un problema que realmente fuese importante para mi… no confío fácilmente en la gente, y aprovecho esta ocasión para disculparme con mi entorno por ser así, se que mucha gente ha estado dispuesta a ayudarme, pero toda esa gente sabe lo orgullosa y terca que soy, y también lo débil que puedo llegar a ser, es que el miedo a salir herida me atormenta y siempre ha sido así.
En fin, ayer fue un día de aquellos a los que yo estaba acostumbrada, una vez al mes, aproximadamente me venía un desgano fatal, que me hacía llorar todo el día sin razón, bueno, aparentemente sin razón.
Y es que ayer, mágicamente o no tanto, una persona que yo siempre creí que iba a estar bajo mi ala, que siempre creí que iba a necesitar de mi y yo nunca de él (de esta forma) llegó a ayudarme… y no se fue hasta que lo consiguió. Y aunque por cada 50 palabras yo dije una, él no se rindió y habló y habló y dio en el clavo. Me dijo lo que necesitaba oír y más. Y lo escuché, lo que es más increíble aún… es que ahora entiendo, no es lo mismo recibir un consejo de una persona que te quiere mucho (aunque sea con buena intención, es por mi tipo de personalidad) a recibir un consejo de alguien que te ama de lo más profundo de su corazón y que yo amo con la misma intensidad.
Yo quiero agradecer a mi hermano, la persona más importante en mi vida… por todo. Por recordarme que él está aquí para cuidarme y que yo estoy aquí para lo mismo y mucho más. Por decirme que soy una persona que tiene mucho que dar y que mucha gente estaría feliz de recibir.
“Yo tengo mi vida planificada hasta los 80 años Coni, pero no puedo hacer nada de lo que quiero si tu no estás ahí”.

Te amo Alonso

No hay comentarios: